“Tendremos suerte si aprendemos
Que no hay ningún rincón
Que no hay ningún atracadero
Que pueda disolver
En su escondite lo que fuimos
El tiempo está después”
Fragmento de la canción El tiempo está después de Fernando Cabrera.
La dirección y la escritura escénica tienen un componente especifico: observar el detalle al infinito. Saber esperar, para saber encontrar, saber mirar para obtener algo más que información. Eso que está, pero no podemos ver, que forma el paisaje humano, ese universo indescifrable, del que somos parte.
OBSERVAR SIN TIEMPO.
Con Jussi Lehtonen y Satu Herrala estamos en un proyecto teatral (Metsä Furiosa) que cruza lo documental con la ficción sobre las plantas de UPM Kymmene en Uruguay. En 2019 realicé una reescritura del Enemigo del Pueblo de Henrik.Ibsen, con el elenco nacional uruguayo. En esa versión, escrita y dirigida por mí, tanto el texto como la puesta fueron intervenidos por una investigación periodística sobre la planta de celulosa. El espectáculo se estrenó en el teatro principal de la ciudad de Montevideo, el teatro Solís. El público votaba el final de la obra, a través de tres personajes. Ese mestizaje de realidades es lo que compone mi interpretación de lo ficcional en diálogo con el presente, con la tribuna viva que es la platea. En la oscuridad nadie sabe quién es la persona que está sentada al lado, y sin embargo aplaudimos, reímos y lloramos, juntos. Por eso, creo, que en este presente discontinuo que vivimos, la teatralidad presencial es uno de los reservorios poéticos y políticos más antiguos que sabe renovarse sin perder rebeldía, y transgredir lenguajes, sin violencia.
Somos, y estamos.
Conocí a Jussi en Campo abierto(residencia artística de Tamara Cubas en el departamento de Rivera, frontera con Brasil) . Ahí conversamos, y me invitó a pensar en esta posibilidad.¿Qué pasaría si pensamos algo para Finlandia?
Y acá estamos. Soñando con los ojos abiertos. Ahora en proceso de acopio de material. Entrevistas, libros, prensa, comentarios, puntos de vista. Tanto a distancia como en territorio, por eso es que decidimos ir a Paso de los Toros, (ciudad de 13.000 habitantes), donde se está construyendo otra planta de UPM. Una de las 5 más grandes del mundo, y la mayor de Latinoamérica. Aprovechamos que Jussi y Satu se encontraban en Uruguay para ir. Previamente tomé contacto con Esteban Calone, veterinario-activista, quien armó un plan de charlas, con vecinos y vecinas de la localidad.
El domingo dimos un paseo antes del almuerzo. Fuimos al barrio de los finlandeses, -así se lo nombra en la comunidad-un recorte finlandés se asoma frente al río. Nos bajamos del auto, estaba lindo para caminar y realizamos unas fotos, se nos acerca el guardia de seguridad y nos dice:” sé que es absurdo y no se puede prohibir, pero, no pueden sacar fotos. Les pido por favor que no lo hagan , porque de lo contrario me echan”. Tomamos discretamente. algunos registros
¿Por qué prohibir algo que no está prohibido legalmente? Y además hacerlo con total impunidad como si estuvieran por encima de todo. ¿Por qué tener un comportamiento de barrio privado cuando no lo es?
Nos alejamos conversando sobre esa atmósfera de ciencia ficción, unas personas que se instalan en el otro confín del mundo, crean un gueto, mientras predican todo lo contrario:
SOMOS INCLUSIVOS.
Tenemos tendencia a generalizar y a ubicar al otro de acuerdo a su nacionalidad, es por eso que decimos: lo finlandeses son así, los uruguayos de esta otra manera… Y repetimos hasta que nos convencemos que la geografía y su cultura nos determina al extremo que nos condiciona, sin que podamos elegir por encima de la lengua, educación, vínculos, economía y felicidad.
Creemos que nos separa la distancia, y nos une la cercanía. Sí, a veces sí, pero no es una regla inamovible. Fui buscando información sobre la planta, los trabajadores, la contaminación, contactarnos con gente del lugar, escucharlos. Participamos de una asamblea donde diferentes jerarcas de la anterior administración dieron puntos de vista. También estaba la presidenta del sindicato de trabajadoras sexuales. Nos acercamos a la whiskería, hablamos con las chicas, bailamos y bebimos con ellas. Intercambiamos opiniones, aspiramos el aire, nos relacionamos de manera express, en un sitio donde el tiempo se ha detenido.
Siempre que me involucro en un proyecto teatral que implica documentarme, generar testimonios, para luego ficcionar escénicamente, termino en el centro de la tormenta: la complejidad humana.
La colonización y dejarse colonizar, puede ser un ejercicio compartido, sobre todo si hablamos de un mundo civilizado con reglas acordadas. Entonces no sería colonización, sería algo así como: acepto todas tus condiciones hasta que explotes al máximo mis tierras, mis posibilidades, mi dignidad, y: mi esperanza.
Marianella Morena
dramaturga / directora teatral
Ciudad Vieja / Montevideo / Uruguay